lunes, diciembre 27, 2010

LAS AMANTES DE MARIO GUEVARA

LAS AMANTES DE SIETE CULEBRAS

Jesús Manya Salas

Mario Guevara Paredes destapó su corazón oculto y herido por las mujeres que: amo ocultamente, detestó con desgarro, ignoró con rabieta; las describió en el tiempo y sus tiempos con la diversidad de colores, alientos, tamaños y humanidad que tienen la antítesis de los varones. Una de las editoriales más jóvenes y prestigiosas del país, estruendo mudo que dirige Álvaro Lasso, acaba de publicar: usted, nuestra amante italiana.

Con la precisión de un policía se ubica en la recurrente posición de víctima, en La vida no vale nada, confirmando que el vigilante tan perito en la lealtad institucional, no es capaz de la fidelidad de su mujer; similar es Desde el fondo oscuro, en cuyas páginas los cuernos se construyen entre colegas uniformados. Pura venganza de Guevara por los cachacos que lo perseguían en su juventud.

La niña veneno está en manos de Dios, dónde más podía llegar quien administra su pendeja belleza, entre la pequeña burguesía provinciana, el admirador mongo que describe el cuento y el turista misio con quien bricheaba. Por siempre jamás, en cambio es el himno a las petizas quejonas de media voz, tamaño y carácter. Guevara ironiza en uno y otro sentido con las enanitas tan bonitas pero tan diablitas.

La espera no siempre es larga, se parece más a los culebrones televisivos, que a un gacetillero policial que gatilla su nota con un brandy playero y clásico gitano; una muerte sin final. La mujer de negro es aquella viuda o solterona que todos sueñan levantar los fines de semana, hasta descubrir que no son viudas y tampoco santas. Janos, el hombre que corrigió a André Bretón, el título lo dice todo. In Extremis, las alucinaciones entre un puñete del cuñado y la caída de unas escaleras. Una alabanza a los diablos azules de los borrachines de todos los lares.

Usted, nuestra amante italiana, es la prosa generacional de los estudiantes cusqueños, que corrían al Cine Cusco a cantar los musicales del cine mexicano y argentino; escapar a los cines: Garcilaso, Ollanta y Victoria a ver películas clásicas; para terminar en el viejo pero acogedor Colón de las musas italianas. A una de ellas, a la más bonita, Guevara ahora en su madurez, en nombre de todos los jóvenes de entonces, declara en prosa los amores de adolescencia que descubre en ella, el beso apasionado, el sexo furtivo y violento. Una nostalgia de los cines que desparecieron en el Cusco.