viernes, julio 20, 2012

DEBATE: INTERVENCIÓN DE LA PLAZA DE ARMAS DEL CUSCO


Basta de improvisaciones y complejos de la Municipalidad Provincial del Cusco y la Dirección Regional de Cultura

Una Haukaypata o Plaza de Armas que recoja la memoria histórica del Cusco

Una intervención global e integral que reponga al centro histórico de la ciudad su matriz fundacional en armonía con los nuevos tiempos

El debate acerca de la permanencia o no del “Inka” en la pileta de la Plaza de Armas, es una polarización simplista y superficial, de uno más complejo y necesario. Con esta discusión parcial se oculta el abandono y la destrucción paulatina que tiene nuestro centro histórico, por parte del incumplimiento de sus funciones tanto la Municipalidad Provincial de Cusco y de la Dirección Regional de Cultura, del mismo como efecto de un comercio nocivo y mal llevado que viene plastificando los portales y balcones, desfigurando el contexto y la visión de lo que debe ser un monumento como es nuestro Haukaypata.

Los urbanistas y especialistas señalan que la plaza principal de una ciudad, debe cumplir algunos requisitos y condiciones básicas: Una plaza debe ser el centro ceremonial y protocolar más importante de toda la urbe. Debe recoger en su paisaje urbanístico la síntesis y el espíritu de todo el proceso cultural de la ciudad y la región. La plaza debe ser la confluencia social y el centro integrador de la ciudad. Debe expresar urbanísticamente la característica de la ciudad. Religiosamente es un punto de ubicación mística. La plaza en el plano económico es el centro articulador fundamental. Y finalmente el centro debe ser la plataforma cívica más importante de la sociedad y de los ciudadanos.

¿Cumple todas estas condiciones, actualmente nuestra Plaza de Armas? Parece que algunas de ellas, otras está en franco deterioro o simplemente son groseramente distorsionadas por una dinámica económica mal planificada y ejecutada, pero sobre todo porque las autoridades de diversos estamentos, como son la Municipalidad Provincial y la Dirección Regional de Cultura, las principales responsables de su uso, mantenimiento, defensa e intervención contextual, se hacen de la vista corto y larga por no asumir con firmeza y coherencia la verdadera revalorización de la primera plaza de la ciudad. En forma demagógica, como una justificación a la irresponsabilidad so pretexto de la intangibilidad por nuestra condición de Patrimonio Cultural de la Humanidad, se destina a la ciudad y su centro histórico a una condición de ciudad museo e intocable que se cae a pedazos.

Por ello la discusión acerca del “Inka” en la pileta o su retiro, no aborda una visión global e integral que el Cusco y sus autoridades deben asumir para reconstruir y remodelar nuestro centro histórico. Hace muchos años Daniel Estrada organizó una comisión de alto nivel y con especialistas reconocidos, que entrego luego de meses de trabajo y debate unas “Bases filosóficas para la intervención de la Plaza de Armas” documento que buscó ayudar a comprender los roles y funciones de nuestra Plaza de Armas; señalando por otro lado la complejidad del tratamiento y el respeto cultural, histórico, religiosos, cívico, social y económico que debe tener un proceso de intervención de esta naturaleza.

Lamentablemente el Cusco en las últimas décadas no debate ni discute los planes de la ciudad, menos los contenidos y formas de intervención de la Plaza de Armas, cada semana los comerciantes que tienen sus tiendas vienen cubriendo con propaganda plástica las puertas y ventanas de las casonas; existe una telaraña sucia y peligrosa en todas las esquinas de cables de electricidad, telefonía e internet; entre gallos y media noche se coloca un monumento de plástico; se cambian y modifican las plantas y flores al gusto del cliente; los desfiles y pasacalles de todo tipo dejan una asquerosidad las calles y la plaza; los vagabundos nacionales y extranjeros dan rienda suelta a su ignorancia y drogadicción en las bancas, entre otras cosas. Todo ello atenta a la Plaza de Armas y debe ser abordada su solución, no por el capricho de un alcalde o la letanía de un funcionario, sino porque se requiere y es una necesidad urgente e imprescindible. Una plaza romana o griega, que son hermanas del Qosqo, no tienen los abandonos de nuestro Haukaypata.

Nuestro centro principal, refleja la presencia y el aporte colonial representados por la Catedral y las casonas; el componente republicano se encuentra en el contexto circundante. En cambio la matriz de nuestra cultura el Haukaypata andino, producto de la destrucción de los invasores, está postergada, sumergida y marginada en apenas unos muros Inkas del Inti Kiqllu. Por tanto no hay una armonía y proporcionalidad entre las diversas culturas y épocas de nuestra vida. Esta ruptura y desequilibrio en la ciudad que es la cuna de la civilización andina y amazónica, requiere un nuevo equilibrio de la matriz fundacional a través de una intervención que reponga una representación y simbología de nuestra cultura en armonía y respeto con el contexto global e integral.

Es inaceptable que en pleno Siglo XXI subsistan posiciones racistas y colonialistas que le niegan la presencia cultural andina en la plaza de su ciudad origen, bajo el argumento “técnico” de la intangibilidad. Del mismo modo que resulta huachafo e ignorante, colocar monumentos improvisados sin debate, consulta y respeto a la verdad histórica y a los avances artísticos y simbólicos que tienen estas representaciones. Los Qosqo Runas y Qosqo Warmis abogamos sentirnos presentes en nuestro Haukaypata o Plaza de Armas, con una gran obra simbólica que recoja nuestra cosmovisión en el marco de una visión compartida con la humanidad y la universalidad que tiene nuestra ciudad. Existen mecanismos para ello, como la convocatoria a profesionales y artistas que hagan una propuesta coherente, con un cronograma prudencial y una adecuada consulta ciudadana.

El pueblo del Cusco no debe ser inducido a un debate estéril entre los huachafos y colonialistas, entre la colocación o salida de un “Inka”; ese viejo debate de “colocación de monumentos” ya sucedió cuando los colonialistas modernos negaron a Túpac Amaru un lugar en la Plaza de Armas en la que fue sacrificado, con el argumento falaz del caballo. Finalmente la plaza siguió abandonada y destruida hasta nuestros días. Es la hora que los cusqueños emprendamos el gran reto cultural de reponer un Haukaypata en armonía con una Plaza de Armas, puesta en valor en el buen sentido de la palabra, con la concurrencia de los avances y la modernidad que exige una intervención de esta naturaleza.