EL INC DEL OPUS DEI
Jesús Manya Salas
En los últimos tiempos el INC del Cusco a más de ser la caja chica de la burocracia centralista, se ha convertido en el brazo estatal manejado por el Opus Dei, la directora nacional es una suerte de cardenalicia en esta cruzada.
La radiografía se puede constatar en el cuadro de inversiones de dicha institución en materia de recuperación y puesta en valor de los monumentos y patrimonio. Las inversiones en bienes de la Iglesia Católica son absolutamente mayores que las inversiones al patrimonio de la cultura andina y amazónica. Inversiones que son un regalo de todos los peruanos a una confesión y una iglesia privada, que hace uso de dichos bienes o los concesiona a empresas y cuyos ingresos son enteramente para la jerarquía de la iglesia que por extraña coincidencia es manejada por el Opus Dei. Un ejemplo de ese manejo es por ejemplo el Boleto Turístico que sirve para el ingreso del patrimonio y se distribuyen entre las entidades públicas, en cambio el boleto religioso sólo sirve a la iglesia, pese a que muchas de sus iglesias fueron recuperadas con la plata del INC.
La alta burocracia que maneja el INC desde Lima y en el Cusco son confesionales al Opus Dei o cercanos a la “obra”, por esa condición es que se transfieren recursos desde el Cusco para pagar los sueldos altos de los funcionarios de la gran sacerdotisa, mientras que por otro lado se despide a los trabajadores del INC del Cusco con el cuento que no existe presupuesto. Lo más peligroso del caso es que so pretexto de la automatización de las entradas se pretende manejar dichos ingresos desde un sistema operativo en Lima, con lo cual descabezarían al Cusco en la recaudación de ingresos del INC que son los fundamentales y principales a nivel nacional. La papisa del Opus Dei quiere imponer al mando de dicho control a otro de sus allegados que hace tiempo fue el operador privatista de la iglesia en el Cusco.
Es hora de reivindicar con fuerza la necesidad de la transferencia del INC a la región, que sus ingresos se reinviertan en su lugar de generación, que su director y alta gerencia sean propuestos por el Consejo Regional del Cultura, sobre cuya bases sustentar y defender la autonomía económica, administrativa y social, para diseñar y desplegar una política cultural identificado con nuestra condición andina, amazónica y universal, dejando para lado el centralismo, mientras siga especulando con la creación del Ministerio de Cultura. Es la hora de jubilar a la Directora Nacional y a sus supernumerarios del Opus Dei que actúan agachadamente en el Cusco.
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