En los últimos tiempos,
los sectores conservadores del país y de la región, vienen impulsando el
desconocimiento del quechua, cambiar la bandera de los cusqueños y modificar el
escudo que nos representa, para ellos también el Inca Garcilaso es un copión de
Blas Valera, mientras que Túpac Amaru es un simple masón y agente del
imperialismo inglés. Proponen a cambio el retorno al estandarte de Carlos V, a
la heráldica española y hablar el purísimo español; esta campaña la pueden
verificar y comprobar en las diversas publicaciones del Opus Dei y varios de
los miembros de la “Obra” en el internet; por estas consideraciones, la frase
del último inquisidor, no resulta nueva, es una letanía racista contra el
quechua, dicen que el cáncer debe ser extirpado para que el pensamiento “abstracto”
moderno y contemporáneo sea el dueño de la verdad.
El quechua, su
identidad y sabiduría esta de retorno y eso atemoriza a los conservadores,
porque piensan que todos son totalitarios y dogmáticos como ellos. Si tienen
que pelear con fantasmas lo harán en nombre de la nueva cruzada.
El Torquemada andino, peruano a pesar y seguramente vergüenza suya, señala que la
lógica del idioma quechua es paralizante para el pensamiento y el desarrollo hacia
un país moderno. Esta tesis que sustenta la superioridad cultural de una
sociedad sobre otra, hace tiempo fue superada y resulta anacrónica. La interculturalidad
considera que habiendo en la humanidad una diversidad de realidades e identidades,
resulta lógica que cada una de ellas emprenda sus vías, caminos y procesos
propios y singulares para su desarrollo, en el marco del respeto a la
diversidad y universalidad.
El Qheswa Simi es un
idioma que tiene miles de años, desde su formación en la civilización andina; en
consecuencia cada palabra elaborada es una síntesis que reflejan un momento del
tiempo, una forma del trabajo, una circunstancia de la historia, una pequeña
parte del conocimiento universal, que poco a poco fue construyendo una
cosmovisión y un ordenamiento lógico.
Por ejemplo como parte
de la maduración de la lógica o abstracción matemática, lograron sistematizar y
conocer el número 0, siglos antes que otras civilizaciones del mundo occidental,
con el cual determinaron un conjunto de valores numéricos, aritméticos y geométricos,
que fueron utilizados en la ingeniería y la arquitectura para edificar ciudades
y santuarios como Machupicchu, Saqsaywaman o Pisac de carácter antisísmico y un
sistema hidráulico propio, integrados por una red de caminos, Qhapaq Ñan que atravesó
el Tawantinsuyo vertical y horizontalmente el territorio y los pisos ecológicos.
Cada palabra del Qheswa
Simi, representa una síntesis del rico proceso de investigación y aplicación de
la ingeniería genética y la domesticación de animales y plantas, que permitieron
materializar su seguridad alimentaria en diálogo y respeto con la madre
naturaleza. En cada frase de nuestro idioma, están reflejados la sabiduría de
la medicina, la historia, el pensamiento y la filosofía andina.
La sociedad fue
organizada económica y productivamente, a partir de los principios de la
colaboración y la redistribución solidaria, la complementariedad y el diálogo entre
la naturaleza y el ser humano, en un inmenso territorio de geografía vertical y
diversidad ambiental y ecológica.
Físicamente los Andes
marcaron el carácter de nuestra identidad y la perspectiva de nuestro
desarrollo político, respeto entre estados regionales y pueblos, alianza o
confederación como lo fue el Tawantinsuyo, cuando fue fracturado por la
presencia del sistema colonial.
Dicen que los qheswas o
andinos no crecen, sin embargo el cinturón capitalino hace tiempo que fue
cercado por las manifestaciones artísticas y la cultura viva del ande; desde
las polladas y parrilladas solidarias para techar casas o ayudar a los
enfermos, son expresiones del ayni; los programas de waynos y la cumbia
chichera en los grandes medios de comunicación, abren campo a una nueva
generación de artistas cholos y cholas que bajan de las alturas.
A pesar de la oposición
de los poderes fácticos, que dominan el Ministerio de Educación, se amplía
aunque con cierto desgano de la burocracia, la educación bilingüe y la
alfabetización en quechua; surgen más convocatorias a la poesía, el relato y la
novela, que serán en el corto y mediano plazo, los instrumentos que recogerán el
quechua de estos tiempos.
La identidad y el
idioma de los nuevos tiempos, reflejara el nuevo
rostro del Perú, un país de todas las sangres, sólo que la expresaremos diversa
y complementariamente, unos en el qheswa, el machiguenga y el asháninka y por
supuesto en el español, el inglés y francés, el alemán y portugués, como ya
hablamos en el Cusco por nuestra condición de ciudadanos del mundo,
cosmopolitas que viven y con orgullo en la Capital Histórica del Perú.
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