Los Krikos en París
Retornando,
clandestinos del Komsomol Moscovita, recalaron en París a beber champagne, con
las simpáticas callejeras del Moulin Rouge, antes de emprender la dura vida
revolucionaria. Al despertar a medio día, resaqueado y con fatiga de revolcar a
su mademoiselle francesa, encontró una nota: Camarada, tomamos tu dinero, para completar los pasajes que gastamos
anoche. En unos quince días enviaremos el faltante. Sobrevivió unos años de
mozo y barredor, ascensorista y jardinero. En tanto la revolución había pasado.
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